Huertas compartidas


Huerto

Cada vez más gente se atreve a tener un huerto en su propia casa, ya sea en un rincón del jardín, en la azotea, en una mesa preparada para huertos urbanos, o en maceteros grandes junto a la ventana. Todo vale y todo es buena idea para tener una fuente propia de alimentos obtenidos de forma natural. Lo que sea con tal de ir menos al supermercado y ahorrar algo a final de mes, o al menos quedarse como antes pero con la certeza de estar consumiendo productos sanos y de máxima calidad.

Alternativas no faltan. Quien tenga espacio en el jardín lo verá más fácil, pero quienes se tengan que apañar en un piso tampoco lo tendrán más complicado. Gracias a Huertos Compartidos, una iniciativa de la ONG Reforesta, los propietarios de terrenos infrautilizados y los que buscan un pedazo de tierra para cultivar pueden encontrarse y llegar a un acuerdo sin dinero de por medio. Tan sólo tierra por un lado y cosecha por el otro. Nada más.

Tú cultivas, yo te dejo la tierra

No hace falta tener tierras en el campo para sacar adelante un huerto. Un terreno pequeño puede ser suficiente para cultivar lo esencial, y de esos sobran en las ciudades: parcelas de áreas industriales sin utilizar, terrenos de colegios, comunidades de vecinos, antiguas huertas invadidas por el asfalto y que fueron abandonadas, zonas verdes que mantienen los ayuntamientos y de las que se ahorrarían los costes... Todos estos espacios son susceptibles de entrar en el programa de Huertos Compartidos a la espera de que haya alguien dispuesto a sacarles partido.

Huerto

Hay gente que disfruta haciendo deporte, dando paseos por la playa o tomanda cañas con los amigos. Pero también hay personas que ven en un huerto la mejor manera de desconectar y emplear su tiempo libre en una tarea sana, entretenida y útil. Ya no por una cuestión económica, sino por una cuestión lúdica, a mucha gente le gustaría poder tener un pedazo de tierra para tener sus propios tomates, pimientos, cebollas, lechugas o zanahorias.

Ambas partes pueden encontrarse fácilmente gracias a la red de propietarios y hortelanos que en pocos meses ha tejido Huertos Compartidos. El sistema promueve el contacto entre aquellas personas con terrenos y aquellas que desean cultivar, y pone a su disposición un contrato que regule con garantías las cesión de la tierra y su explotación. El acuerdo es simple: la cosecha se comparte a partes iguales, aunque también se pueden pactar otras condiciones de trueques, intercambio de terreno por conocimientos de horticultura o lo que cada una convenga.

Huertos compartidos, huertos ecológicos

Además de promover la aparición de zonas verdes donde antes había un solar en desuso, de fomentar ya de por sí una actividad tolerante con el medio ambiente y de dar color a las zonas urbanas, con los huertos compartidos se pretende además que sean cultivos ecológicos. Es el otro pilar de un proyecto comprometido con el entorno.

Huerto

No se permite el uso de productos químicos para trabajar la tierra ni de pesticidas, insecticidas o similares. El objetivo es poder disfrutar de un ejercicio al aire libre que mantenga la salud del suelo, que recupere las huertas tradicionales sin perjudicar el futuro del terreno y que se obtengan cosechas aptas para el autoconsumo.

Los huertos urbanos son también necesarios para el medio ambiente porque reducen el dióxido de carbono de las ciudades y favorecen la biodiversidad. Contribuyen además a formar una red económica verde que cada vez prescinda más de las largas cadenas industriales de alimentos.

Red social

Una iniciativa basada en compartir y no en fines comerciales tenía que tener en Internet su principal carta de presentación. El entramado de propietarios y hortelanos converge en la red social creada en Huertos Compartidos para ellos, para que se conozcan, lleguen a acuerdos y compartan sus conocimientos. Una simple aplicación de Google Maps localiza los puntos de todos ellos. A partir de ahí, cada uno busca lo que le interese y donde le interese.

Huerto

La retroalimentación que ofrece Internet tanto a los propietarios de terrenos como a los que los cultivan es básica para mejorar la experiencia. Todos pueden aprender de los demás, de sus logros, de sus errores, de lo que aporta quien se dedicaba hace años a trabajar la tierra, de quien entiende sobre ecología vegetal o de quien quiera compartir las recetas que prepara con su cosecha. Todo por el bien del conocimiento colectivo y del deseo de compartir.

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