La crisis los lleva al huerto

El aumento del paro y de las dificultades económicas, unido a la moda de los productos saludables, dispara el número de pequeños cultivos en la región para autoconsumo.


La crisis los lleva al huerto
La crisis los lleva al huerto  



OVIEDO, M. J. IGLESIAS La entrada de España en la 
Unión Europea modernizó la agricultura asturiana y creó explotaciones profesionales. Hoy, 26 años después, la crisis más grave que se recuerda ha hecho que los asturianos vuelvan a poner los ojos en la tierra para cultivarla, ahorrar en la cesta de la compra. Por toda la región empiezan a proliferar huertas, propias o alquiladas, con más o menos metros y una motivación común a todos sus dueños: recolectar hortalizas y frutas para casa.
Otra razón de este florecer de la huerta es sumarse a la moda de consumir productos saludables. En tercer lugar también figura el deseo de contactar con la naturaleza para combatir el estrés y aprovechar tierras heredadas de los abuelos.
También cobran auge los propietarios de pequeños jardines que sustituyen el césped y las flores por plantas de tomates, fresas o lechugas. Incluso hay quien planta directamente en los sacos de tierra, por carecer de espacio, según señala Óscar Bran, de Viveros La Lloba, en Soto del Barco, donde los frutales han tenido que ceder espacio a las plantas de lechuga, calabacín o berenjena.
Quique Vegas y su amiga Yolanda Cedrón son neo-agricultores por necesidad y afición. Han plantado su huerto en Colloto. Vegas, madrileño afincado en Oviedo desde hace cinco años, casado con una asturiana, fotógrafo en paro, explica que siempre le llamó la atención la agricultura. «La afición me viene de mi familia extremeña», indica. Su tierra de 1.000 metros, con 500 trabajados, parece un vergel. Los diferentes tipos de lechugas se plantan alternando los colores verde y rojo.
La huerta también se abona en la red internet. Aficionados como ellos comparten experiencias y consejos en foros en los que incluso se organizan reuniones para intercambiar plantones y semillas. Uno de los empeños de Vegas es cultivar variedades autóctonas. Además, quieren montar un gallinero.
Y de forma paralela crecen los huertos urbanos, en principio pensados para generar ocio entre jubilados. En Asturias se han emprendido proyectos en Oviedo, Avilés, Mieres y Vegadeo, entre otros enclaves. En Carreño, la joven periodista en paro, Cristina Roces, con un máster en protocolo, ha puesto en marcha el proyecto «La Terrenal», para alquilar parcelas de 30 metros cuadrados a futuros hortelanos, deseosos de medirse con la azada y el picón. Roces asegura que en el huerto se le olvidan los problemas. Algo parecido le sucede a la somedana Ondina Álvarez, casada con el praviano Juan González, vinculada al movimiento Slow Food, promotores de una huerta ecológica en Forcinas de Abajo (Pravia). La actividad principal de la familia es la ganadería y hace años decidieron reutilizar la tierra y retomar el modelo de la casería asturiana: leche y carne en la base y productos de la tierra como complemento.
Emplean abonos naturales. «Nos lo comemos nosotros y lo cuidamos». Con el movimiento Slow Food, que aboga por los productos naturales, contactó a través de su cuñada, Conchita González, directora de la granja escuela Palacio de la Bouza, en la localidad sotobarqueña de Riberas, que en 2004 colaboró con el Ayuntamiento de Pamplona en la creación de huertos. Los González constatan que sus vecinos siembran más que antes.
Jaime Izquierdo, experto en desarrollo rural y pionero en preconizar una vuelta al campo, integrando la cultura urbana y la rural (lo «agropolitano»), subraya que al fenómeno de los huertos le faltan en Asturias y España apoyos administrativos, como en otros países de Europa. Pone como ejemplo Berlín, donde se asientan 80.000 huertos. Añade que alrededor de las ciudades siempre hubo actividad agraria, hasta que aparecieron los grandes centros comerciales.

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